La noche como un adversario. Temible. Diente contra diente. Ni la más blanca de las lunas puede con los fantasmas. Incluso la luna, la luna blanca, se tiñe de vainilla, se pone ocre, y se esfuma. Ssssss, ese beso duele, diente con diente. Aprieta, y asusta. Aunque... esta noche tengo un plan, he encontrado un atajo hacia el alivio. Él no es inmortal, pero me ha salvado del agobio. Le quedan menos años de vida que a ti y que a mí, muchos menos, pero su sabia e inmoral madurez me lleva al instante que ilumina a la luna. Y la noche, por fin, capitula.
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