en mi cielo, clarice y su libertad. ella escribe. una mujer que nació en la vieja europa, al este del este, y vivió en copacabana. amado brasil amado, el suyo. ajenidad y pertenencia. la suya, la nuestra. excesiva. sedienta, como lori, su personaje. mirada extraña. la condición de la mirada.
martes, septiembre 05, 2006
hard velázquez coffee
Hoy mismo, caminando bajo las acacias de la Castellana, distingo el Hard Rock Café de la Plaza Colón y recuerdo aquel día en que me tocó hacer de chaperona de una chica de paso (alguien la mandaba desde Mallorca con mis señas), que venía con un recorrido ya imaginado y férreo para su estadía en Madrid: sólo deseaba ir al Hard Rock y a otro local de la cadena que fundó Sylvester Stallone, y cuyo nombre no vale ni este esfuerzo de memoria. Ella sólo quería comprar un par de remeras con el sello de esos bares en serie, con el "Madrid" de subtítulo, y partir, porque entonces ya habría visto todo.
Por Fernando VI hacia el oeste, y casi enfrente del edificio modernista de la Sociedad de Autores, veo un Starbucks Café y entonces, aparece otra postal en mi cabeza: en formato "comment", recuerdo la discusión que unas semanas atrás leía en la bitácora de un periodista que pedía ideas para mejorar su ciudad de provincias (a la sazón, la mía, la que me tocó en suerte al nacer). Frente a un Starbucks cualquiera en el mundo, vuelvo a sentir mi incredulidad frente a las propuestas de "mejora" de aquella ciudad: un Starbucks, un Burger King y algunas otras cadenas comerciales que entonces no retuve. Propuestas hechas por personas que habían conocido esos sitios en sus viajes, claro.
Ni Velázquez ni Goya, ni El Bosco o Picasso, ni siquiera un metro para trasladarse dignamente sin esperar cuarenta minutos el 31: ¡un Starbucks!.
Seguro, seguro que en esa bitácora no estaban representados quienes, en mi ciudad, lejos de soñar con un Burger King, desean disfrutar la mirada cercana de Diego Velázquez pintando el mundo desde "Las Meninas", el placer de la desnudez en cualquier playa, la alegría de las fiestas comunistas en la Casa de Campo, el extrovertido orgullo gay de Chueca, un rincón amable de la plaza de Las Salesas o la libertad de una noche cualquiera en una ciudad cualquiera sin trincheras.
Diego Velázquez según su propia idea de sí mismo. Un detalle de "Las meninas".
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1 comentario:
Y, hay miradas para todos los gustos, inclusive, fijate que de joven uno busca con otras miradas. Al menos he ido a sitios donde me nombran determinado mojón que ni idea. (un museo en Chiloé por ejemplo y yo de amores!, pasó desapercibido)
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