lunes, septiembre 11, 2006

california II

De una novela de Pitol recuerdo aquello del exacto momento en que un estallido festivo desata en la protagonista algo que no puede explicar, pero que la impulsa a una acción apasionada y urgente. Hoy me reflejo en el cielorraso de cristal, el deleite del agua, este movimiento y aquél, en California, floto en el espejo. Cualquier hombre. Un hombre, éste. Tal fue el instante en que me sentí empujada hacia el papel, a mirar y a sentir sólo para escribir, para apagar la iridiscencia, para curar las náuseas o vomitar el fraude en tinta. Acorralada y empalagada, desdén y esmero, salgo conmigo a combatir en campo raso.

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