lunes, octubre 30, 2006

nuestra fe


Meyerhold, Meyerhold, conozco ese apellido, me suena la historia del artista torturado por el stalinismo hasta la muerte, por su apología de la intensidad de vivir y de crear. Vengo del teatro, de conmoverme con los climas de Pavlovsky improvisando una clase magistral sobre el director ruso. Busco en casa el libro de Pitol sobre las revelaciones en tiempos de Perestroika. Me acuerdo del sitio exacto que ocupaba en la página el relato de las torturas al subversivo con el que lloré de impotencia, hace años.
Cuenta Pavlovsky una anécdota como juego dramático. Es el momento en que Stanislawsky expulsa a Meyerhold de sus clases: "Éste me va a joder el curso de realismo socialista". Y Meyerhold piensa: "Lo hace por mí".
Y ahí estoy yo, a los 14 años, frente al cura de la parroquia del barrio que me dice, después de dos años de estudiar la biblia con todos los chicos de mi edad que hay en el barrio: "No estás preparada para la Confirmación" (con "C" mayúscula).
"No estás preparada", me dice el muy cura. Y yo soy la única que queda fuera del sacramento, los demás están listos para dar el "Sí" y yo, no.
Allí estoy de nuevo, un par de años después del trauma, ya sin dudas sobre mi negativa al dogma, sin dios, pensando: "El cura lo hizo por mí".
Así en la tierra como en el cielo, Meyerhold y yo, y todas las víctimas que preferimos no elegir victimarios, por nuestra fe.



Retrato del regisseur W. E. Meyerhold (1917) de Alexander J. Golowin.

3 comentarios:

Rossana Vanadía dijo...

En buena hora no estar "preparado", no?

Anónimo dijo...

y... sí, por eso respondemos: "lo hizo por mí...". Pero... habrá que ver por quién lo hizo.

el ojo con dientes dijo...

una buena historia, sobre todo porque deja varias dudas en la cabeza