eso pasa con las ciudades donde alguna vez estuvimos; eso, que no sólo tienen anverso.
en el café zapata de la oranienburgerstrasse hay un ángel que blande la bandera de lo que alguna vez fue la resistencia okupa, en versión loop de espejos disco;
brilla y encandila, el ángel.
también hay reverso,
en otro bar de mitte, en la friedrichstrasse, las mesas tienen monitores para que los bustos parlantes de fahrenheit nos hablen desde debajo del plato: yo, que leí bradbury, quiero que los rubios de opel dejen de intentar captar mi atención, así que los tapo con la panera y con la servilleta, y si se les escapan los dientes relucientes por algún rincón de la pantalla plana, les apoyo el vaso de cerveza y una cuchara, y un tenedor, y el plato del café.
berlin, para todo público
y berlin al revés, a la carta, sólo para dos viejas amigas que ya no viven en sonnenallee: berlin como una vieja fábrica de kreuzberg que se refleja redondeada sobre el canal, mientras atardece de martinis.
3 comentarios:
En mi diccionario personal, Friedrichstrasse tiene dos acepciones:
a) Cientos de variedades de cerveza.
b) Las chicas malas más lindas que veré nunca jamás.
cientos! heffe, weiss, dunkel... coincido,
un placer, rolo
lori
rolo, ¿me va a invitar a leer su blog sólo para lectores?
lori
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