sábado, abril 28, 2007

abril, otoño y llanura

Ya primavera en Madrid, aunque para mí abril signifique otoño. Las cosas del otoño se llama este altro tempo poético de Romilio Ribero. Salud,

“Aquí los otoños desconocen todo perfume.
nuestras voces se olvidan de ejecutar llamados a la tierra
y la llanura intacta se levanta en los humos del crepúsculo.

Oh tropeles oscuros. Hombres de extraordinarias soledades
que conjugan su suave país donde hallan la respuesta para su
nacimiento,
para saber del alma liberando a la vida
creyendo que su luz ya nunca muere,

Aquí los otoños son la salvación de la belleza

viven en la serena majestad que antecede el olvido.

Existen en la infancia donde la pequeñez de la tarde agrietada
envuelve en su delicia la torna del amor y su memoria,
sostiene, en su durmiente e inacabada música la musgosa ciudad
De ojos inmensos.

Aquí los otoños viven en la hermosísima voz de otro tiempo;
de los días espléndidos en que éramos tan simples como un nardo.
En otras juventudes hermosamente vistas en un rincón del mundo
donde el azul tocaba su eterno desarrollo en mortuorios amantes.

Aquí los otoños, sobre estas llanuras, subsisten con sus nieblas.
Inundan sus aromas los sepulcrales ámbitos del ángel,
se llenan los antaños los nombres de cosas renovadas
y una oscura humedad que aún permanece en tiernos aposentos
donde han muerto mis días en el sueño de telas amorosas
y de cofres arbóreos que guardaron las figuras del cielo,

Aquí los otoños depositan instantes que rescatan los hijos de la
tierra
se pueblan con sus olas de cenizas, alcobas y jardines
y circulan los vientos habladores hacia la joven patria de mi sangre.

Nuestras voces se ahuecan por los ámbitos y llaman a otros
nombres
Ya no hay sitio en la casa donde el tiempo no aliente con su
mundo ardoroso de perfume

Se oye en el viento sur el bronce tañedor de los herreros
y en otras dimensiones cae un suave diluvio de niños y de panes.

Aquí los otoños son un pestilente perfume de muerto mar.

Sólo las corolas de la arena crecen irremediables
y las muchachas se hunden en la tarde con sus brazos de miedo.
De increíbles dolores, como en un negro coro del verano
Más sórdido.

Oh vida que rescatas a mi muerte final en este otoño,
cántame con los árboles, cántame con los árboles, cántame”.


La patagónica ruta 40 acompaña este poema del "Tema del deslindado" de Romilio Ribero (Córdoba, 1933-1974)

3 comentarios:

Uninvited dijo...

Impresionante!!!
Dónde hay más de este señor?

Sufrí la patagónica 40 en pleno Enero, me adeudo verla en otoño.

:)

Anónimo dijo...

Romilio Ribero nació en Capilla del Monte, en el '33 y murió en el '75, en Córdoba. Un cordobés de aquellos libertarios, delirantes y creativos '60 en la Argentina. Parece, cuentan, que una vez, dijo que se iba a vivir a Europa y estuvo un año escondido, sin salir, en el teatro Rivera Indarte. No sé si es una leyenda urbana, pero creo que había personaje para tal hazaña.
Podés conseguir sus libros en las librerías de su ciudad, o mandarlas a pedir, supongo que a Rosario algo llegará,
grazie

Uninvited dijo...

Gracias Lori (¬¬)
En un par de meses ando por Capilla, va a ser más fácil a que lleguen a Rosario :s
Saludos a Cloe