miércoles, noviembre 15, 2006

experiencia de tizón, y amén

Acerca de la desconfianza en la propia escritura: "Cuando yo tenía que escribir para comer, me pagaban a tanto la cuartilla y no tenía más chances que escribir y escribir para llenar cuartillas y ganar pesetas. Cuando dejé ese estado de necesidad (...) me surgió la sospecha de si lo que yo escribía realmente servía o si eran sólo golpes de profesionalismo".

Esa sospecha, la de Héctor Tizón, es la que padecemos los que escribimos a tanto la cuartilla, la misma que nos obliga a leer en voz alta para escuchar la música del texto y entonces comprobar si el oficio o la banalidad nos juegan otra mala pasada.

A ver, a ver, quiero sentir que le saco los armónicos a una línea de texto y que le gano al profesionalismo... a ver si puedo tocar la sintaxis de un verso, acariciar la combinación de sentidos con el aire de pronunciar cada sílaba.

¿De qué sirven las historias sin silueta, sin aliento, ni música ni silencio?

2 comentarios:

Uninvited dijo...

Hola! quien de las dos es Ana?
toy perdido?

Bueno, nada... te extraño asi que pasaba a dejar un saludito. Besos!

gabriel

Anónimo dijo...

¿perdido?