Son tan amorfos estos días que transcurren entre festividades y compulsiones (hay que comprar, hay que saludar, hay que celebrar).
Además de tener fundamentalmente sabor a ausencias en sus momentos culminantes, estos días navideños para mí siempre supieron a cosa híbrida, ni día ni noche, ni salados ni dulces, ni con hambre ni sin hambre, ni norte ni sur, quién sabe si con sed o sin sed bebemos champagne...
En Argentina, donde el calor de diciembre y la pirotecnia impiden cualquier atisbo de razón, solía disfrutar algunas amorfas siestas, entre celebración y celebración, tirada en el suelo de baldosas frescas, viendo campeonatos de esquí en la tele. Quizá fueran lanzamientos en diferido por las nieves europeas o canadienses. La verdad, no me importaba. Aquellas imágenes lejanas simplemente me relajaban: los esquiadores esforzándose silenciosos, el blanco entre pinos, no pensar en nada, dejarse dormir de a poco...
Hoy, en cambio, abrigada aunque con el mismo regusto a excesos, a comida y a estúpido gasto excesivo, hago zapping por la tele europea, y no hay campeonatos de esquí. Lo más parecido al rélax de la nieve eterna es el canal Metéo, que me propone un "repaso de la jornada" en Grecia, las repúblicas Bálticas y la Península Ibérica.... ¿para qué quiero saber lo que ya ocurrió?, me pregunto y continúo adelante, Arte en francés, CNN, BBC, atentados en Bagdad, en Pakistán, turistas en Mauritania y en Belén, Cisjordania...
En el canal de cocina, enseñan a manipular el mazapán, por alguna cadena pública está por hablar algún rey, las infantas y las princesas herederas se toman vacaciones... sigo buscando el efecto relajante del esquí, ¡dios! ni un partido de tenis en Eurosport... Entro en territorio español: la cadena madrileña está llena de fuegos artificiales, paso por la telenovela en gallego, la regata en valenciano, los juegos en catalán, en Canarias siempre parece carnaval (allí nunca hace frío), un documental en Aragón y, por fin, recalo en TVEuskadi, el canal en euskera para ir dejándose llevar por sonidos imposibles e imágenes de sus caseríos verdes. Una siestita y... salud, hasta el próximo brindis pagano.
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