Un día de lecturas cruzadas, hombre/mujer, del "realismo atolondrado" de Cucurto a la belleza sin corset de Clarice Lispector, de la pieza de dominicanos en un conventillo del Once menemista a la Copacabana sesentista de Clarice, lecturas de cruce para que otro texto vaya escribiéndose en otro espacio, único, subjetivo, una página que no es blanca, ni de papel.
"Los libros son porque el papel lo aguanta todo", dice Cucurto en La máquina de hacer paraguayitos. En realidad, la frase completa tiene polenta para permanecer: "Que nadie da un peso por lo que hacés, y menos por lo que sos, que los libros son porque el papel lo aguanta todo, que a veces te vienen unas ganas locas de garchar en bicicleta".
La voz de Clarice: "Los géneros no me interesan, me interesa el misterio". Lo dice ella, una mujer capaz de una escritura que es un misterio de contradicción, sutil, perfecta. Ella, que no soporta la resignación, que devora "con hambre, el placer de la revuelta". Ella, que sugiere que nada "se pierde por esperar, no se pierde por no entender". Ella, Clarice, que siente que "escribir es un poco vender el alma", "...aun cuando no sea por dinero". Ella irrumpe con su distinción en el no-espacio del no-papel, del no-género, del ojalá-no-diario-íntimo-intrascendente, de la quizá crónica personal. Pura vida para cualquier página, en cada cruce intertextual, incluso en el que señaliza el escritor repositor de supermercado que asegura que "el plagio es ante todo un acto de amor peronista...".
Clarice Lispector (1925-1977)
No hay comentarios:
Publicar un comentario