martes, junio 27, 2006

tos



Río leonado... ¿vos, me esperás? Es una tarde empañada por los vestigios del futuro. Un silencio. Dos. Matrimonio no consolidado con hijo bobo. Primavera cero. Vaca shhhhhh. Un malentendido. Dos. Vamos a por la poesía, San Gustavo.
A Acuña de Figueroa y Guardia Vieja.
A por Cuqui y Cucurto. Por Die Maschine, die kleine Paraguayerinnen macht. Por un lavado vaginal de la poeta, con la pelvis doliente.
Vos también ardés. Apenas, pero ardés.
Tu calor me excita, pero tus uñas rasguñan. qué más da. Pronto la poesía nos cierra las lastimaduras.
Por si las moscas, hay también un vaso compartido de jarabe para la tos.
Y si todo fuese poco, ahí tenés el libro de los placeres subrayado. Subrayado de tinta roja, azul, negra tachón, mal subrayado, subrayado de más, subrayado en el metro, subrayado de deseo. Ella te lo dejó, así, todo subrayado, usado, leido y copiado. Porque la esperaste en la milonga, y dudaste de sus osadías. Pero resulta que ella ama tu deliciosa ironía y también se ríe de la libertad encorsetada por el formulario. Y cuando se ríe, vuelve a ser, como en el libro de los placeres, la virgen que no es.

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