miércoles, enero 24, 2007

un preludio al vacío


Vacío del ama de casa que ha terminado de fregar y se sienta a esperar, las manos ajadas, el borde de cada uña amarillento de tanta lejía, las baldosas brillantes, el cristal transparente, la madera sin polvo.

Vacío que sobreviene a la plenitud del cello de Mischa Maisky en el preludio de Bach que escuchás todos los días. Ése, el preludio a la Suite número 1 en Sol mayor que una vez, en el metro, tocó para vos un músico de gorra con monedas y melancolía de violoncelista de andén.

Vacío de anestesia. La ausencia de dolor. Los chicos se anestesiaban con estimulantes contra la tristeza y contra la alegría. Lo recordábamos, nos preguntábamos por qué evitarse la dicha. Ahora estoy leyendo sobre el sentimiento paralizado en esta breve obra de teatro... una dosis, otra, para correr, correr sin parar. También hay que correr en este fragmento de exquisita novela inconclusa que he recibido.

Vacío por contraste. Un amigo cita a Ciorán: "El sufrimiento nos hace vivir detalladamente, instante a instante".

Correr para no vivir en detalle.

No hay comentarios: