en mi cielo, clarice y su libertad. ella escribe. una mujer que nació en la vieja europa, al este del este, y vivió en copacabana. amado brasil amado, el suyo. ajenidad y pertenencia. la suya, la nuestra. excesiva. sedienta, como lori, su personaje. mirada extraña. la condición de la mirada.
miércoles, mayo 31, 2006
entre manos
"Cuando tengo algo entre las manos, empiezo a sentirme real. No feliz, real", dice Noé Jitrik . ¿Algo entre las manos? ¿Algo entre manos? La cita se presta a incalculables interpretaciones. Entre las manos podrías tener una cámara para fotografiar esta colección variopinta, un sábado fresquito de abril, en un boliche de las sierras de Córdoba, mientras preguntas quién es el señor de la portada de El Gráfico. Entre manos podrías tú tener un encargo ajeno que harás con placer, quizá el libro que te pide una amiga que le consigas por ahí; entre manos podrías tener cinco frases por escribir, otra foto por hacer, otra carta, un simple viaje hasta la tienda del museo en busca de un objeto que sólo allí encontrarás, un objeto que por sí mismo significa el amor entre las manos.
Bienvenida Clarice, quien sin querer, y por caprichosa elección de un lector, entabla un diálogo con Jitrik: "...Sabía que --en relación con nuestra diaria y permanente adaptación resignada a la irrealidad-- esa claridad de realidad era un riesgo". la más pura Lispector.
domingo, mayo 28, 2006
bergman, más allá de las palabras
Si todos tenemos ombligo, ¿a todos nos queda la marca de la dictadura? ¿la dictadura se nos seca como una costra que apenas se despega deja la herida descubierta, blanda y húmeda -de nuevo, la humedad-, y así arde como si acabaran de lastimarnos?
Venías del cine, de ver la última película del maestro Ingmar Bergman. "Es Bergman en estado puro -pensaste-, con esa nórdica luz blanquecina, de sol apenas tibio en verano y esos conflictos inmensos en rostros amables".
Lloraste con Bergman, pero lloraste por ti. Bergman te había hecho volver por unos instantes a tus miedos infantiles y en la plena oscuridad del cine, llegaste de nuevo hasta tu habitación de adolescente, tu hermano mayor sentado junto a ti, te había despertado a mitad de la noche: "¿Me dejás tu cuarto por hoy?... Voy a quedarme a dormir acá, si me lo prestás. Me persiguen, ¿sabés? Los milicos me están buscando, se han llevado a todos mis compañeros y éste es un lugar seguro”.
Por supuesto que querías darle tu sitio si eso significaba que tu hermano mayor estaría a salvo del desquicio autoritario, de la crueldad sin nombre que ya te dejaba sin palabras para definir casi todo.
Marzo, abril, mayo del ’76. Quique, que empezaba a mostrarte el mundo, a hablarte de las injusticias del mundo, desapareció el 28 de mayo de 1976, a sus 25 comprometidos años. Tú tenías 13. Han pasado 30 años y lloras desconsoladamente cada vez que pronuncias la palabra “desaparecer”.
Bergman ha hecho poesía con el sinnombre de las cosas, ha puesto a sus personajes a confesar que más allá del dolor y la miseria puede no haber palabras precisas.
jueves, mayo 25, 2006
bob, the pope
Con su tono afable, de tipo siempre agradecido, Andrés Calamaro suele ser mordaz, muy mordaz, al punto de sacudirnos la modorra en esas interminables ruedas de prensa en las que periodistas-fans se desgajan en halagos sin respuesta, o de hacernos recortar un faldón de periódico con su firma, para compartir una carcajada con amigos.
Nunca olvidaré una brillante columna que el chico de los rizos al cielo escribió a propósito de aquella actuación de Bob Dylan frente al anterior hechicero mayor del Vaticano (creo que incluso lo del rebelde "like a rolling stone" llegó tan lejos que peregrinó a Roma a dar su ofrenda). Aquella nota culminaba con un atrevidamente irónico "Bob, the pope".
Recordé este ácido pero sin duda elegante ingenio del que puede echar mano, como al pasar, el amigo Abuelo de la Nada días atrás, en una conferencia de prensa en Madrid, a propósito del lanzamiento de su último disco, Tinta roja. Los fans-periodistas no sabían con qué concesiva pregunta obsequiar a su ídolo, cuando a alguien se le ocurrió pedir una opinión sobre el incombustible stone Keith Richards y su caída de la palmera. Andrés hizo un par de consideraciones de discípulo agradecido, como corresponde, para terminar en un "le deseo que se recupere pronto, no ya para volver a la gira, sino para que pueda seguir viendo crecer a sus nietos durante muchos años más". Chan chan.
¡Grazie, Calamarete, por estas chispas desmitificadoras del solemne rock and roll!
domingo, mayo 21, 2006
cádiz, como un jadeo
A propósito de Madrid. Ella no sabía si ir hacia ti o escribir sobre ti. Ni esa noche, ni las demás. No sabía si llamarte con la jota aspirada, como tú hablabas, o con las jotas madrileñas. Ella no sabía.
Érais tan diferentes y os lo decíais, como aquel día en que ella te dijo que no iba a poder estar contigo cuando ya... Como el día en que le dijiste algo que se parecía a la pura incompatibilidad y a ella le dio miedo, pero también ternura.
Con demasiada frecuencia lo sentía.
Ella ha revivido hoy, porque eligió ir a verte en vez de escribir sobre ti. Porque decidió que Madrid no estaría tan sola contigo. Ni tú tan solo en Madrid.
_ ¿Por qué odias Madrid?
_ No sé.... Es que nunca me había sentido tan... solo.
Cuántas ganas tuvo de decirte que no estabas solo, que a ella le habías alegrado buena parte de la vida con tu vida, con tanta vida, con tan desigual vida, con tan diferente vida.
Match point.
¿Tú, tú, tú, tú sabías lo que querías? ¿Tú sabías si querías encontrarla en el parque, corriendo de noche, cuando le enumeraste, con lujo de detalles, los días, las horas y el lugar al que ibas? ¿Y cuando le preguntaste a qué hora iba ella adonde iba? Y si, y si, y si...
Madrid está sola, y no importa.
Ella ha dejado de pensar en un lector para sus cuentos. Ahora busca un amigo que la quiera en zapatillas, para el que no tenga que maquillarse ni escribir poesía.
Y no sabe si te asusta con sus osadías de mujer que unos días desea a una chica y otros días, a ti. Sabe poco de ti, pero ansía contar siempre con la ternura que das sin proponértelo.
Y Cádiz ya tiene sensaciones. La primera, tú bajo el sol. La segunda, tú con sonrisa. La tercera, Cádiz contigo. La cuarta, tu acento de eses aspiradas y jotas suspiradas. Como un jadeo, así defines tú tus jotas. La quinta, tu halago, tu mirada cómplice en medio de un juego que se estira y te ruboriza.
Ella quiere decírtelo, pero no ha dado contigo y ha vuelto a dibujarte, callada.
Érais tan diferentes y os lo decíais, como aquel día en que ella te dijo que no iba a poder estar contigo cuando ya... Como el día en que le dijiste algo que se parecía a la pura incompatibilidad y a ella le dio miedo, pero también ternura.
Con demasiada frecuencia lo sentía.
Ella ha revivido hoy, porque eligió ir a verte en vez de escribir sobre ti. Porque decidió que Madrid no estaría tan sola contigo. Ni tú tan solo en Madrid.
_ ¿Por qué odias Madrid?
_ No sé.... Es que nunca me había sentido tan... solo.
Cuántas ganas tuvo de decirte que no estabas solo, que a ella le habías alegrado buena parte de la vida con tu vida, con tanta vida, con tan desigual vida, con tan diferente vida.
Match point.
¿Tú, tú, tú, tú sabías lo que querías? ¿Tú sabías si querías encontrarla en el parque, corriendo de noche, cuando le enumeraste, con lujo de detalles, los días, las horas y el lugar al que ibas? ¿Y cuando le preguntaste a qué hora iba ella adonde iba? Y si, y si, y si...
Madrid está sola, y no importa.
Ella ha dejado de pensar en un lector para sus cuentos. Ahora busca un amigo que la quiera en zapatillas, para el que no tenga que maquillarse ni escribir poesía.
Y no sabe si te asusta con sus osadías de mujer que unos días desea a una chica y otros días, a ti. Sabe poco de ti, pero ansía contar siempre con la ternura que das sin proponértelo.
Y Cádiz ya tiene sensaciones. La primera, tú bajo el sol. La segunda, tú con sonrisa. La tercera, Cádiz contigo. La cuarta, tu acento de eses aspiradas y jotas suspiradas. Como un jadeo, así defines tú tus jotas. La quinta, tu halago, tu mirada cómplice en medio de un juego que se estira y te ruboriza.
Ella quiere decírtelo, pero no ha dado contigo y ha vuelto a dibujarte, callada.
ahí va romeo, de lima a madrid
Típico Madrid. Tarde cualquiera. Él nació en un pueblo peruano, tiene 24 años y gasta algunas horas haciendo jueguitos con la pelota, en una calle madrileña, como ésta, como cualquier otra, abigarrada, típico Madrid. El fútbol se le escapa una vez, cae sobre el techo de un auto, él baja a la calle, espera que pase un coche, otro, busca su pelota, nunca con la mano, y la sigue acariciando... Otra vez, el impulso descontrolado lanza la pelota al aire, de nuevo sobre un coche. La amable tarde madrileña está a punto de convertirse en historia de polis e interminables explicaciones. Karma Police. Una mujer se asoma desde su balcón, hostiga al chico con la pelota. "Perdón señora, ¿cúal es su coche?". A la señora no le importa el coche, sólo quiere dejar sentado su resentimiento, no tiene fundamentos para su prejuicio, pero enseguida larga un "en tu puto país". Como respuesta, el chico desglosa la lista de sus razones de emigrante, de inmigrante, cual paciente Romeo frente al balcón de una frustrada Julieta. La mujer del balcón discute cada argumento, hasta que el chico, que no es Romeo, le dice, llorando: "Vieja y la conch...". Karma Police. Reunión disuelta. Punto y aparte. Un rato más tarde, querida Lori, intento que el desafortunado Romeo futbolero comprenda que no tiene por qué dar explicaciones a nadie sobre el lugar en el que le apetece vivir. Regañado y todavía enfurecido, el Romeo peruano me contesta: "es que por culpa de esta vieja ahora mis amigos se quieren ir del barrio".
martes, mayo 16, 2006
la esquina sin mí
Mira esta esquina. Hoy tuve la sensación de que podía llegarme hasta allí cuando quisiera: en el instante en que te ubiqué ahí enfrente, cerca del mediodía... Me llevó un rato darme cuenta de lo lejos que estábamos, hoy mismo, al mediodía.
Esta foto la tomé unas horas antes de conocerte, mientras enmarcaba algunos recuerdos en digital. Una esquina de... a ver... cinco ángulos, cada uno con connotaciones bien diferentes: uno banal y hedonista; otro profesional; otro histórico, si se quiere; otro ligado con la alegría adolescente y otro terriblemente unido a la angustia. Pero hoy todos han confluido en ti.
el moho
Lori, ¿estás escribiendo un monográfico sobre la humedad? Podría comentarte algo sobre el primer olor de la Argentina... Es que... bajás del avión y entrás a la primera sala de Ezeiza, antes, mucho antes de las colas con pasaporte azul marino o bordeaux, antes de los perros que olfatean tus valijas, antes de la empleada que te da la venia para pasar sin abrirte el equipaje (selección que se hace, todo hay que decirlo, por pura portación de cara, edad y color de piel), bueno, decía que el primer olor de Buenos Aires es el de la humedad, el del moho de las casas de campo que han estado mucho tiempo cerradas, el de los armarios de esas casas serranas llenos de colchas que nadie podrá jamás usar a riesgo de morir estornudando, ése es el primer olor de Buenos Aires. Y el segundo, el de la sangre sobre la brasa, el de la carne que arde en el fuego.
jueves, mayo 11, 2006
orinoco
He visto el Delta del Orinoco desde el avión en el que vuelvo al lugar en que vivo. He escuchado hablar del Orinoco, anoche. Él me ha contado del Orinoco y de las tribus normandas que bajaron por allí para colonizar las tierras donde ambos nacimos y alguna vez vivimos.
Anoche me ha hablado del Orinoco.
Esperando sus caricias y su húmeda suavidad, he retenido la musicalidad de "orinoco".
Y ahora, lejos, sin él y sin el Orinoco, respirando la espesura del avión --el aire pegajoso gana en densidad mientras el avión se lanza sobre el océano-- veo las nervaduras del río sobre la tierra y pienso en la palabra que se vuelve extraordinariamente familiar, húmedamente sensual.
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