El director uruguayo Mario Handler. |
“Decile a Mario que no vuelva” es una película uruguaya de 2007. Mario Handler, su autor y director, cuenta que, en una época de debilidad (estaba lejos y enfermo), sintió que se debía un suerte de balance fílmico en el que pudiera preguntar por todo lo que aún había en el tintero y empezar a responderse sobre tantos asuntos que a él mismo le quedaron pendientes cuando tuvo que exiliarse, en los primeros 70.
Documentalista de referencia en los 60 (“Carlos”, “Me gustan los estudiantes”), militante del ala política de Tupamaros, hacedor de la premiada “Aparte” (2003), Handler tiene la experiencia y el coraje que hacen falta para encarar una empresa tan sincera como “Decile a …” , algo que solo pueden hacer los seres libres, libres de deudas políticas, sociales y emocionales.
Para este documental tan personal y tan universal, Handler entrevista a sus viejos compañeros de militancia: a los que se quedaron, los que padecieron la cárcel y la tortura, y a los del exilio (de nuevo, las distancias, porque hasta las relaciones humanas entre pares llegan a socavar las dictaduras). Y habla además con los más jóvenes, con aquellos que no tenían edad para significarse pero que tampoco se salvaron de la arbitrariedad del poder y de la represión de la vida cotidiana: la de los libros prohibidos, la del DNI para salir de casa; en fin, la que horada sordamente una vida. También entrevista a los represores (y esto es algo para lo que hay que llevar el estómago preparado al cine, pero que, sin duda, tiene un valor testimonial único).
Así, ramilletes de discusiones emergen tras las palabras de unos y de otros, esas que el director escucha pacientemente, dispuesto a oír lo que haya que oír, porque sabe que de eso tendría que hacerse la Historia.
Al cabo de la proyección y de esa inmersión en la oscuridad montevideana de Mario, más de uno recuerda la definición que de nuestras noches hizo Roberto Bolaño en “El gaucho insufrible”: “Probablemente las noches europeas fueran oscuras como bocas de lobo, no las noches americanas, que más bien eran oscuras como el vacío, un sitio sin agarraderos, un lugar aéreo, pura intemperie, ya fuera por arriba o por abajo”.
Publicado en el Magacine Cultura del diario Hoy Día Córdoba, el 6 de septiembre de 2012.