"Monroe, Monticello, Middletown, Wursboro, Wawarsing, Colechester y Cadosia, Deposit, Delhi, Neversink y Niniveh: me daba la impresión de que me movía, guiado a distancia, junto con el automóvil en el que me hallaba sentado, a través de un país de juguete de colosales proporciones, cuyos topónimos habían sido rebuscados y seleccionados arbitrariamente por un invisible niño gigante entre las ruinas de otro mundo ya desahuciado". W. G. Sebald describe (como no podría hacerlo nadie) su travesía de emigrante alemán en tierra yanqui.
Le festejé a Sebald su ocurrencia en la Costa Este y recordé una impresión similar, pero en la Costa Oeste (aunque yo no habría llegado a estas admirables líneas), mientras caminaba por el Hollywood Boulevard de Los Ángeles.
De esa selección "arbitraria de un niño gigante", vi que un hombre sin piernas, con sus muñones sobre un skate, frotaba una de las estrellas doradas, de esas que incrustan en las losetas de las veredas. Husmeé en un sex shop del Sunset Bvd. todo de vidrio, todo transparente, abierto cuando ya el alcohol está prohibido porque ha dado la una de la mañana; padecí la ley seca antes del Whisky A Go Go y, esquivando al hombre del skate, entré y compré una foto gigante de Chet Baker en una tienda de pósters de 'todo a 5' (pavos)...
Un país de juguete hecho de retazos de otro mundo desahuciado... sin duda, una figura de "colosales proporciones".
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