jueves, marzo 31, 2011

hombros, soles, atún y matta

Cabrón. Doblemente cabrón por hacer literatura de mi derrota. Concedo, sonrío. Para la próxima, ya sé que no tengo que intentar aprender el camino a tu casa, porque nunca iré más de una vez. La próxima, procuraré no darte una postal de Carlos Cruz Díez después de una muestra de geométricos venezolanos, porque la volverás a dejar sobre el sofá de la antesala (a tu inmensidad). Con uñas y dientes, me resistiré a todas las epifanías: especialmente, a la del bocado de atún y a la del abrazo con Matta, el chileno (que, por cierto, no te gusta). Contigo no habrá abstracciones, ni hombros ni soles, tampoco noches desarmadas de corazones crédulos, que diría Cheever. No te impacientes, viejo cowboy de vesícula cansada. Aquí te dejo.

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