viernes, noviembre 11, 2011

calle Génova, 9 a.m.

un monstruo batiendo sus tentáculos,
se cruza en mi camino

los ojos inflamados, casi en llamas

el bicho se sacude

quiebra una baldosa, otra

ya está en la acera
de pronto, embiste

ningún desnivel es obstáculo
para la grúa embravecida

la distorsión

si leo a fonollosa, en el bar
en la pizarra veo: cinta de amor a la plancha

one word, two words

digo durazno
al cabo, explico el melocotón

domingo, noviembre 06, 2011

domingo, agosto 07, 2011

pies. am ufer (en la orilla)

manos de lápiz y zapatillas de skater. lápiz con goma, sin skate. pies. corredor de fondo.
"no soñé nunca con berlin/ fue siempre un lugar real, sin nada de intangible, solo ajeno", escribe olga sánchez guevara en'ítaca'.
no en todas las esquinas, ajeno: vos eras el treptower park y la estación de la warschauer strasse. el otro día, fue mirando desde allí hacia alexanderplatz cuando supe que estabas.
dice sánchez guevara: "te inventé duende a mi medida, espejo de mí misma, árbol a cuya sombra refugiarme, cálida mano para darme apoyo/ y alguna vez te hiciste real (...)".
siempre he sabido que no tengo manos de lápiz, ni pies de ángel. pero, como la poeta, tampoco sé cómo volver a mí.

martes, julio 26, 2011

no es berlin

teníamos paraguas y yo creía que no me iba a volver a enamorar. yo tenía paraguas y yo era la que creía que no me iba a volver a enamorar, de vos. era la estación noviciado, era la puerta de fuentetaja, era marzo. es raro que llueva en madrid pero ese día llovía y, para variar, llegaste tarde. como el día del aeropuerto, como casi perder el avión a nuestra vida fronteras afuera de esta españa en la que los dos somos extranjeros. pero no. yo soy la extranjera, de madrid y de vos. de berlin y de vos. creí que me dejabas en la kottbuser tor, en pleno kreuzberg. llovía. o no, casi. casi me caigo escaleras abajo de la estación de kottbuser tor, y todo por releer tu mensaje. tarde leí tu mensaje. pensé en otra lluvia, en la odeonplatz. me abrazaste fuerte en la odeonplatz (y eso no es berlin). me abrazaste en chueca y en malasaña (y eso no es berlin). en la plaza de la república argentina (y eso no es berlin). hoy es 27 y nada es berlin.

domingo, mayo 15, 2011

decimonónico, hipnogógico, alienado. un relato lacaniano

recién despiertos, hablábamos de las alucinaciones hipnogógicas. de esas cosas absurdas que se nos presentan entre la vigilia y el sueño, pero también de mis bragas. él dice que se le aparecen formas, colores, algo claramente gráfico que se transforma... yo le cuento que las mías, mis alucinaciones (no mis bragas), son relatos psicodélicos mezclados con fragmentos cotidianos, palabras racionalistas y conceptos tan delirantes que anticipan la pérdida de conciencia. ¿quién sabe si el deseo está alienado por el lenguaje, como sugería lacan, o si adaptamos nuestras pulsiones a nuestras ocurrencias lingüísticas para explicarnos algo de nosotros?, eso nos preguntamos, recién despiertos, comiendo sushi a deshora, tomando un vaso de agua y soñando con un café imposible. no son dibujos sino palabras las mías, mis alucinaciones. aunque él está aquí, de nuevo, llenándome de piel sin palabras. y de nuevo me quedo sin relato. sin mango ni sartén, ni mando. apenas con una porción de positivismo decimonónico para tirarle por la cabeza, para defenderme de este amor irrevocable, que me queda hondo cada vez.

lunes, abril 04, 2011

parir

Llueve mucho y me pongo los zapatos más sexies. Pero creo que no siento nada. Si acaso, curiosidad. Y vuelve a ocurrir: con vos soy un poco Courbet, un poco 'l'origine du monde'. Sin embargo, creo haber renunciado al pedestal de la sagrada concavidad. Y sangrada. Ni carne ni símbolo. No quiero parirte. Sí, sí, me encanta la escena, pero le recorto el metraje. Luego me levanto, me quito tus calcetines de cebra y me voy. Con tu libro de Julian Barnes y estos tacones para otros pies, a otra parte. Hasta la próxima lluvia. Bis dann, my litttle and tender berlin's soul.

jueves, marzo 31, 2011

hombros, soles, atún y matta

Cabrón. Doblemente cabrón por hacer literatura de mi derrota. Concedo, sonrío. Para la próxima, ya sé que no tengo que intentar aprender el camino a tu casa, porque nunca iré más de una vez. La próxima, procuraré no darte una postal de Carlos Cruz Díez después de una muestra de geométricos venezolanos, porque la volverás a dejar sobre el sofá de la antesala (a tu inmensidad). Con uñas y dientes, me resistiré a todas las epifanías: especialmente, a la del bocado de atún y a la del abrazo con Matta, el chileno (que, por cierto, no te gusta). Contigo no habrá abstracciones, ni hombros ni soles, tampoco noches desarmadas de corazones crédulos, que diría Cheever. No te impacientes, viejo cowboy de vesícula cansada. Aquí te dejo.