en mi cielo, clarice y su libertad. ella escribe. una mujer que nació en la vieja europa, al este del este, y vivió en copacabana. amado brasil amado, el suyo. ajenidad y pertenencia. la suya, la nuestra. excesiva. sedienta, como lori, su personaje. mirada extraña. la condición de la mirada.
domingo, noviembre 21, 2010
al paso
Lo descubrí mirándome con afecto verdadero, el que ha nacido así, sin querer, entre bromas y lances esquivados. Yo estaba realmente distraída, pensando en que quería huir de ese lugar atestado de gente. También pensaba que hacía tiempo que no le daba un beso y un abrazo, pero dudaba sobre si acercarme a saludarlo, justo en ese momento en que él estaba en el centro de los flashes, rodeado de fans de su causa, gestionando entrevistas y sosteniendo souvenirs. Pero ahí fue que yo miraba en la dirección contraria, giré la cabezay él me descubrió entre los demás y mis cavilaciones. Ojos hondos que no me esperaban y que, de algún modo, me convocaban. Su mirada me movió. El no podía alejarse de donde estaba y no tenía más tiempo que éste en esta ciudad. Mañana viajaba, pasado también. Me acerqué y nos besamos al paso, y nos dijimos tres cosas, al paso. Pero nada en esa noche temprana del otoño pudo equipararse a sus ojos de deseo y de imposibilidad. Vuelvo a estar en las antípodas de alguna construcción teórica irrefutable, pensé, pero me quiere.
sábado, octubre 09, 2010
un diálogo con minnie, de la paz
Ella es de La Paz. Me dijo que el corralito la había jodido, que había vivido muchos más años en Argentina que en Bolivia. Y ahora es Minnie en la Plaza Mayor de Madrid. Dice que acá también está duro, que con más de 50 no te quiere nadie. En España, Minnie es boliviana.
Me parece que hay un momento en que el trabajo deja de definirte. Sin embargo, algo hay en el oficio que se te ve por los poros, aunque no te importe, aunque andes de civil por la calle. Ayer,me acerqué a la Minnie boliviana de la Plaza Mayor para pedirle que me dejara hacerle una foto, sin la máscara. Era para mí, no había afán chismoso allí y sin embargo, ella me dijo: "eres periodista, ¿no?".Le contesté que "no", con convicción. No creí mentirle, luego lo pensé, pensé que no estaba ejerciendo... no me identifiqué con su pregunta y, sin embargo, hoy estoy haciendo esta pequeña crónica de mi charla con ella. La pura contradicción.
viernes, agosto 20, 2010
algún dios
Como el abanico, esto no tiene respuesta.
-¿Qué vas a hacer con esto? -me dice Cher en su francés wolofizado, señalando las varillas del abanico que ya no están pegadas a la tela y, por lo tanto, cuando el abanico está desplegado dejan huecos a la vista.
-Nada -le contesto y él sigue abanicándome una brisa de vapores de la sabana.
La noche sobre el Niokolo Coba es un vaivén de sudores y apenas dos gotas del aire de mi abanico roto, en sus manos inmensas. Compartimos el aire, en silencio. Miro la boca africana de Cher y admiro los matices del negro entre las sombras y su piel. "Mis condolencias", acaba de repetirme casi en secreto, después de mis confesiones, después de mis pérdidas.
Parece que hay un mundo en el que todo debe arreglarse, cauterizarse, repararse y otro, éste, en el que todo lo roto, lo gastado, lo pasado de moda y lo ya llorado se tira, sin más. O se mantiene, pero al margen.
Es el margen o esto.
Los márgenes o la obscenidad.
Hoy he vuelto a pensar en la fe de Cher, que ahora mismo ayuna por el Ramadán, que no puede entender que yo no tenga Dios, que quiere darme una religión, por pura caridad, por puro amor. Cher, el que dice "La foret fou" con voz grave y gesto inocente y se ríe, se ríe (el que se acaba de enterar que "loco", en castellano, quiere decir "fou" y juega con el nombre del parque: "Niokolo LOCO Coba").
Hoy, que he conocido a Hicham, he vuelto a pensar en la fe de Cher. Hicham también es africano, un africano del Magreb, blanco y ateo. Y marxista. Hablamos de "Persépolis" y de las dictaduras. De la represión y nuestra experiencia: da lo mismo qué traje use, si el de ayatollah o el de fraile.
"Inxalá", le digo a Hicham, a pesar de que él elude nombrar al Dios de los suyos como los suyos lo nombran, como fórmula para casi todo.
"Inxalá", insisto.
Y no me contesta.
miércoles, mayo 12, 2010
mientras amanece
esto es para el guión de una peli de michael gondry: a ver... si cuando se te estabilice la química te gustaré o si te gustaba justamente en medio del descuajeringue cerebral. da gracia, ¿no? y así seguimos, de tardes herrumbradas, óxidos de té y caricias como cadáveres: exquisitas.
mira, cabe la posibilidad de que cuando amanezca, si nuestras neuronas se ordenan a tono con el nuevo día, nos desconozcamos.
mientras tanto, hay amor y recelo, ilusión y presente. ninguna promesa y dedos cruzados (que la química nos bendiga).
amén
mira, cabe la posibilidad de que cuando amanezca, si nuestras neuronas se ordenan a tono con el nuevo día, nos desconozcamos.
mientras tanto, hay amor y recelo, ilusión y presente. ninguna promesa y dedos cruzados (que la química nos bendiga).
amén
domingo, abril 11, 2010
un dedo en el agua
si pones el dedo en mi piel de agua, dices, las ondulaciones son ligeras, apenas perceptibles. y, sin embargo, yo siento la piel agitada.
no bullo, es cierto. me vuelvo paciencia.
una paciente agitación me permite vivir este día, y el de mañana. ¿y si fuera cierto que así se hace el amor?
creía tener un tester (diría, el flaco), creía tener unos contornos, unos mínimos, unos máximos. pero ningún borde adapta, y estoy serena. y soy contenido, nada más que contenido, nunca continente. un útero de piel de agua. de agua de estanque.
pura identidad, me dices.
no bullo, es cierto. me vuelvo paciencia.
una paciente agitación me permite vivir este día, y el de mañana. ¿y si fuera cierto que así se hace el amor?
creía tener un tester (diría, el flaco), creía tener unos contornos, unos mínimos, unos máximos. pero ningún borde adapta, y estoy serena. y soy contenido, nada más que contenido, nunca continente. un útero de piel de agua. de agua de estanque.
pura identidad, me dices.
domingo, enero 24, 2010
el río abstracto/ entre tajo y tajo, pienso en vos
Sólo pensaba en lamerme las heridas cuando sentí ese rayo de sol amarillento, entre la humedad de este invierno. Entró de lleno por la ventana: se colaba por el tajo que dejan los edificios en la esquina y por unos instantes dibujó el contorno de todas las hojas nuevas contra la pared donde tengo la abstracción de Chillida*.
Días y días de sólo lamerme las heridas y este cielo amarilloso en zig zag me devuelve el aliento, pensé.
Había deamulado por diálogos de este amor y del otro, le daba vueltas a la salvación o el deber, dudé de las buenas artes, las mejores intenciones y de mi tosudez. Pero todo esto es Chillida, pura abstracción.
Después del sol, escuché apenas dos versos de La noche murmura de Juanele*: 'tiembla toda de grillos y de ranas... a la orilla del río de palidez celeste' y allí te apareciste para que yo te preguntara: ¿podríamos haber vivido sólo de poesía?
Creí entenderte que 'sí'.
Y entonces, ¿por qué claudicamos?
Una ausencia ha desatado todas las ausencias hasta que ese único rayo de sol ha podido colarse sin respetar los ángulos rectos de la esquina, hasta que Juanele ha podido preguntarme '¿por qué me quedo tanto tiempo mirando el río?'.
Porque es 'profundo como el cielo', le contesto, citándolo.
Y las nubes amarillosas se tiñen de nuevo de gris, el gris de todo el invierno.
Y el tajo se sutura con el verso.
* Eduardo Chillida, pintor y escultor español (Gipuzkoa, Euskadi, 1924-2002).
* Juan L. Ortiz, poeta argentino (Entre Ríos, 1896-1978).
Días y días de sólo lamerme las heridas y este cielo amarilloso en zig zag me devuelve el aliento, pensé.
Había deamulado por diálogos de este amor y del otro, le daba vueltas a la salvación o el deber, dudé de las buenas artes, las mejores intenciones y de mi tosudez. Pero todo esto es Chillida, pura abstracción.
Después del sol, escuché apenas dos versos de La noche murmura de Juanele*: 'tiembla toda de grillos y de ranas... a la orilla del río de palidez celeste' y allí te apareciste para que yo te preguntara: ¿podríamos haber vivido sólo de poesía?
Creí entenderte que 'sí'.
Y entonces, ¿por qué claudicamos?
Una ausencia ha desatado todas las ausencias hasta que ese único rayo de sol ha podido colarse sin respetar los ángulos rectos de la esquina, hasta que Juanele ha podido preguntarme '¿por qué me quedo tanto tiempo mirando el río?'.
Porque es 'profundo como el cielo', le contesto, citándolo.
Y las nubes amarillosas se tiñen de nuevo de gris, el gris de todo el invierno.
Y el tajo se sutura con el verso.
* Eduardo Chillida, pintor y escultor español (Gipuzkoa, Euskadi, 1924-2002).
* Juan L. Ortiz, poeta argentino (Entre Ríos, 1896-1978).
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