Como en la ciudad de la "Comedia de la vanidad" de Elias Canetti, privada de mi propia imagen, desfigurada, estuve un par de días cayendo, precipitándome hacia ese lugar-no-lugar pastoso de la maladie. Enfermedad, en castellano. Suciedad, mácula, culpa, pozo.
No faltaban los espejos a mi alrededor, pero no me reflejaba en ellos, ni siquiera lo intentaba. Hubo un paréntesis de vida fuera de foco, hasta que volví a verme en el cristal de una ventana, durante un día ventoso y frío, casi invierno. Volví a sentir el aire helado recorriendo la nariz, y era mía la cara, y míos los pensamientos que continuaban a los de antes de abrir el paréntesis, el sobre. "Soy yo", me dije y supe que me gustaba el calor de la bufanda y la sensación de frío seco incrustándose en el centro de la frente, del lado de adentro de la frente.
Soy yo. Ca va?
Ca va bien.
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