No tengo que olvidar la brisa de Madrid en una madrugada de verano. La calma. Recordar el placer de una de esas noches en que camino sola y estiro mi brazo para ir rozando con los dedos las hojas de las acacias escuálidas de las veredas. Volver a casa. Es lo que hago esta noche en este tren de ansiedades y música para camaleones. La inquietud durará hasta mañana. Mi imagen en el cristal de la ventanilla me serena. Soy yo. A pesar de ti. Soy yo. Un estornudo me devuelve a este mundo. Otro. Y ya estoy acá, en la estación donde los vagones cambian de soledades.
3 comentarios:
Algunos vagones no sólo cambian de soledad. También las contienen.
che, todavía estás con sinusitis? o es alergia? resfrío? Cuidate
vagones que contienen soledades, sí, eso es acertado,
grazie
Lori
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