Santiago de Compostela es de piedra. Juego a adivinar de qué siglo es cada edificio. Me enojo cuando me equivoco por más de cien años. Luego leo las referencias y tiendo a perdonarme: 'empezaron a construir en el XII pero la fachada se rehizo en el XVI o el XVII`... ahhhh. Mejor así. Otra vez será, me digo. Y sigo jugando. "Even the heroes need to talk", leo en una postal... ¿de quiénes hablará la postal? ¿con quiénes hablarán los héroes?
Me compro unos zapatos verdes, verde manzana, mary poppins verde manzana, y les mido los tacones, parecen altos... ¿Qué hago si topo con un héroe enano? ¿Tiro los zapatos?
Even the heroes need to talk.
Even the heroes need to walk.
Even the heroes... hombres postal, hombres héroes.
Para ser héroe o para ser poeta hay que escribir una frase como la que el salvaje detective Bolaño pone en boca de un poeta cualquiera: "Tampoco, por cierto, tengo por costumbre esquivar las invitaciones del azar".
Even the heroes need to run, sometimes.
Correr con tacones sobre las piedras medievales de Santiago, subir las escalinatas del parque de Monaval, beber un thé à la menthe más dulce que ninguno, esperar que el frío gallego se te pose despacio. Otra vez será.
¿Alguna vez quisiste estar conmigo, héroe esquivo sin tacones?
No. Claro que no.
Pero tampoco yo tengo por costumbre esquivar las invitaciones del azar.