domingo, abril 20, 2008

earl grey, en hebras

me encanta que un chico me invite earl grey, en hebras,
dreamland de joni mitchell por caetano, escucharlo mil veces,
que nos guste el mismo té,
me encantan las mujeres de las novelas de murakami, quiero mucho a Shimamoto y a Midori, y a la chica de piernas blancas que se mete en una bañera con un desconocido al amanecer, la que toma sake en el cordón de la vereda,
compartimos sensibilidad si compartimos la devoción por el earl grey.
aunque no haya orgasmos para compartir, porque yo me los quedo todos, gracias por el earl grey, en hebras.
buenos aires es una cortina de humo,
y libertad se ha puesto gris.
releo claudio magris citando a kepler: "Sé que tú amas la nada, y no por su valor, que es mínimo, sino porque se puede jugar con ella de forma expresiva y leve..."
me encantaría que la calle libertad fuera siempre cucurtiana, luminosa, y que por la vereda del oeste, de perón a avenida de mayo, pudiéramos encontrar a los adoradores de penes fundiendo capuchones de oro para el señor maíz,
para el señor maíz de washington cucurto y de las dominicanas calientes del once.
necesito límites para la nada, un plazo para la penúltima nieve de una primavera alemana,
sino me ahogo
los machos ya no pueden fundirse vainas doradas en sus vergas,
pero saben que la repentina erección del asno apaleado será la última venganza del último humillado,
gracias Magris, gracias Canetti.
quiero un egoísmo perfecto, dice midori,
quiero tokio,
digo yo,
y creo que pronto podré pedirte que me prepares earl grey, en hebras, y eso me hace feliz al menos en el instante de pronunciarte, junto al earl grey.

sábado, abril 19, 2008

eu, vos

¿Sabés una cosa? Vos y yo tenemos miedo de enamorarnos. Pero no miedo de enamorarse, esto que todos dicen. No. Tenemos miedo de dejar de amar a los que amamos, adentro, sin querer, con las tripas. No queremos desplazar a esos amores hondos, no queremos, ni por imposibles, ni por desastres, ni por casados, ni por kilométricos... Eso nos pasa. Che, vos, ¿me escuchás?

"la eternidad es ese espacio mínmo donde estamos ahora, en un beso, tú y yo
la eternidad -ah goethe- será ese instante único que alguna vez quisimos arrebatarle al tiempo"



El poema es de Ítaca, de Olga Sánchez Guevara.