sábado, octubre 03, 2009

Desolador bosque danés (a propósito de Antichristo, la última de Lars Von Trier)


Pongo Telemann y me siento a escribir con la película de Lars Von Trier sobre la piel, con el sudor de la adrenalina en los pies, con los músculos en tensión, todos, los maxilares aherrojados (una palabra que tomo de Glauce Baldovín)… Escucho Telemann porque el alemán era un buen amigo de Haendel, y Haendel fue quien musicalizó el bosque infernal del director danés, en Antichristo. Pongo Telemann porque cada nota de su clave me ayuda a retener las sensaciones de esa naturaleza artificiosa y estremecedora, como la de los cuadros de El Bosco.
La película pasó por Cannes levantando polvareda. Llegó a España y caldeó aun más los ánimos. El crítico por antonomasia de este país, Carlos Boyero, habló de internar a Von Trier en un frenopático. Otro crítico del mismo periódico de Boyero --es decir, El País-- le contestó y fue tan lejos como para decir (algo así como) que justamente ese pulso artístico provocador es el único camino posible a la excelencia.
Imposible no tener incluso nervios ya en el momento de pagar la entrada para entrar a participar de esa orgía de violencia puertas adentro de una pareja, máxime teniendo en cuenta de que el propio Von Trier se defendió de los palos confesando que la peli fue para él terapéutica, que sacó sus demonios, que él no filma para nadie más que para sí mismo, que este rodaje lo ayudó a volver a vivir cada día después de una depresión monstruosa.
El argumento, en una línea: la pareja en cuestión (impresionantes Willem Dafoe y Charlotte Gainsbourg) pierde a su bebé en un accidente doméstico, que ocurre mientras ellos follan en todas las posiciones posibles.
Metáfora del amor y el desamor, danza de los rencores y las culpas inmensas, la última película de Lars Von Trier deja al espectador extasiado frente a la belleza que uno imagina en el averno del Dante o, mejor dicho, la infernal belleza que uno ha visto en óleos maestros sobre la obra de Dante.
¿Cómo no creerle al danés delirante que en esta peli vuelve sobre sus pasos estilísticos hasta “Los idiotas”? ¿Cómo no creer que una pareja, cualquier pareja, miles de parejas. pueden llegar a esos abismos de locura, y caerse?Por momentos francamente sensato, Von Trier nos lleva de la mano a presenciar una terapia conductista para disolver el pánico. Nos relajamos con el profesional, porque parece tener el control, porque nos han enseñado a confiar en los profesionales, a dejar nuestra salud a su buen criterio. Pero Von Trier no está dispuesto a aceptar aquellos dogmas y pone en duda el viejo poder de los sanadores. Entonces, las herramientas del psicólogo escasean frente a los monstruos que hay en las tripas de la madre, amante y bruja milenaria, heredera de los maleficios de toda la historia de la persecución femenina.
Y la misoginia no es la de Lars Von Trier. La misoginia es la que nos rodea. Él pone sus pesadillas a revelar, pero sabemos bien de qué habla: sobre todo, las mujeres sabemos bien de qué habla, cuando habla en sueños, aun los de las más noches más perturbadoras.
El director danés dedicó esta película a Andréi Tarkovski, y con él homenajeó también a su colaborador Ingmar Bergman, aunque algunos pensamos en el más desolado Pasolini, el de Saló.
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Publicado en www.ruletachina.com (número 19)

1 comentario:

andrea guiu dijo...

Hola Analía! qué interesante tu comentario, acá no llegó la peli de Von Triers. Justo hace un par de horas la escuchaba hablar por una radio de bs. as. a Cristina Banegas y su versión de "Medea", el filicidio como acto simbólico de preservación de la potencia femenina, algo así, medio lacaniano... Por cierto, preferible ver las pelis de V.T. que trabajar con él, por lo que cuentan, un verdugo de sus actrices. Te mando un abrazo!