miércoles, marzo 26, 2008

napoli, posible crónica en cocoliche


"hola santi soy cloe la amiga d cris. Me dicen en el hostal q han llamado desde roma.? Sabes algo?". Il primo messaggio pascual de móvil delata una cierta pavura frente a la posibilidad de que los planes de reencuentro y vermut de jueves santo en Napoli se hubieran ido al carajo. Todo por culpa del casposo Mario, que entendió que "your friends called from Roma. They gonna call again this afternoon".
Este tano del hotel juega con la anxieta de cuatro argentinos que viven en tres ciudades diferentes de dos continentes y que hace tiempo que no se ven (y de verdad lo desean)...

--Call again? And... but... will they come today or... tomorrow? --dije con las órbitas en franco estallido hacia fuera del ojo.
--I don'ttt knowuuu... They 'll call againnnnn --repitió Mario, alargando todas las consonantes finales para dotarlas de sentido

¿dotarlas de sentido?

(los italianos no conciben que una palabra no termine en vocal).

Santi responde presto: "No sé nada. Yo voy para allá en el 3S" (léase triessss, el bondi, digo). De ahí que il secondo messaggio (una propuesta de pizza y birra en la misma Piazza Miraglia) denote algo más de alivio: entre dos podremos intentar comprender el enigma del bagalli perdido en Roma, el hermano desencontrado sin teléfono y la amiga que, en lugar de llamarme a mí, llama al hostal y ¡habla con il capo di Mario!

Ma... cossssa succchhhede? (fonética del desconcierto).

Doy un par de vueltas por el barrio que tiene un tufillo antisistema, bien universitario, claro. Entro en un comedor con pinta de globalifóbico y vegetariano: cuando estoy a punto de sentarme, mientras leo los cartelitos ofreciendo shiatsu y meditación, pienso que allí todo es bio e integral, y tonssss, muy probablemente, no vendan birra, así que por las dudas, decido huir. Elijo Vesi, una trattoria menos resistente pero bien ubicada.
En Vesi, voy por la penúltima porción de una Amalfi (prosciutto, rucola e parmesano) y la seconda birra cuando entran los tres (Santi, mi amiga Cris y su novio).
Clap, clap, alegría en el cuore pascual.

--Podemo' yuntar las mesi? -pregunta el novio de Cris a un italiano de blanco, y brindamos con una prima carcajada.
--Cómo yuntar la mesi? Eso es Olmedo?

El tipo lo mira con incredulidad. De esa guisa hablamos italiano los argentinos, pero ... el tipo, que ama a Maradona, no da crédito a semejante bochorno. El tipo elige ignorarnos: "¿Este español me habla a mí? ¿de qué me habla? ¿en qué me habla?". Así que dirige la mirada hacia la lontananza y lo deja pasar, como si no hubiera oido niente.
Mudanza de mesa, por la propia, sin yuntare nada, y ahí viene lo de la pizza con alcaucil y las anchoas y las alcaparras. Y la sed. Una sed que nos dura cuatro días y que iremos aplacando como podamos, a fuerza de Nasta Azurro (¿así era? ¿o era Nasto Azurra?), grappa, cianti, lemoncello y alguna Guiness, anche una buena lágrima de Christi vesubiana, en honor al volcán, a la Madonna, a la Semana Santa y a la región de Campania.
Grazie, Napoli.

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