domingo, mayo 21, 2006

cádiz, como un jadeo

A propósito de Madrid. Ella no sabía si ir hacia ti o escribir sobre ti. Ni esa noche, ni las demás. No sabía si llamarte con la jota aspirada, como tú hablabas, o con las jotas madrileñas. Ella no sabía.
Érais tan diferentes y os lo decíais, como aquel día en que ella te dijo que no iba a poder estar contigo cuando ya... Como el día en que le dijiste algo que se parecía a la pura incompatibilidad y a ella le dio miedo, pero también ternura.
Con demasiada frecuencia lo sentía.
Ella ha revivido hoy, porque eligió ir a verte en vez de escribir sobre ti. Porque decidió que Madrid no estaría tan sola contigo. Ni tú tan solo en Madrid.

_ ¿Por qué odias Madrid?
_ No sé.... Es que nunca me había sentido tan... solo.

Cuántas ganas tuvo de decirte que no estabas solo, que a ella le habías alegrado buena parte de la vida con tu vida, con tanta vida, con tan desigual vida, con tan diferente vida.

Match point.

¿Tú, tú, tú, tú sabías lo que querías? ¿Tú sabías si querías encontrarla en el parque, corriendo de noche, cuando le enumeraste, con lujo de detalles, los días, las horas y el lugar al que ibas? ¿Y cuando le preguntaste a qué hora iba ella adonde iba? Y si, y si, y si...

Madrid está sola, y no importa.

Ella ha dejado de pensar en un lector para sus cuentos. Ahora busca un amigo que la quiera en zapatillas, para el que no tenga que maquillarse ni escribir poesía.
Y no sabe si te asusta con sus osadías de mujer que unos días desea a una chica y otros días, a ti. Sabe poco de ti, pero ansía contar siempre con la ternura que das sin proponértelo.

Y Cádiz ya tiene sensaciones. La primera, tú bajo el sol. La segunda, tú con sonrisa. La tercera, Cádiz contigo. La cuarta, tu acento de eses aspiradas y jotas suspiradas. Como un jadeo, así defines tú tus jotas. La quinta, tu halago, tu mirada cómplice en medio de un juego que se estira y te ruboriza.
Ella quiere decírtelo, pero no ha dado contigo y ha vuelto a dibujarte, callada.

2 comentarios:

Rossana Vanadía dijo...

Como pica, como pican los recuerdos, y que buen espacio para darles luz y exorcizarlos de una buena vez.

Anónimo dijo...

bueno, bueno, percanta, no hace falta exorcizarlo todo... tanto mejor es la libre inspiración de las sensaciones, ficcionalizarlas y volver a disfrutarlas eligiendo la palabra que más certeramente les quepa, ¿no?