jueves, noviembre 23, 2006

inmortal


acabo de liar con drum y el olor me ha transportado a las primeras caladas, a los 17, quizá 18, con la nieve por las rodillas, cuando la ilusión
de la vida
te calienta los pies
al borde de la gangrena por el frío de la calle,
sin piedad,
andar por el desamparo bajo cero

el primer olor del primer contacto del tabaco con el fuego,
trajo aquella ilusión

¡agoreros!
no importan los años, ni la nieve derretida y menos la piedad,
dame el papel que yo armo

miércoles, noviembre 15, 2006

experiencia de tizón, y amén

Acerca de la desconfianza en la propia escritura: "Cuando yo tenía que escribir para comer, me pagaban a tanto la cuartilla y no tenía más chances que escribir y escribir para llenar cuartillas y ganar pesetas. Cuando dejé ese estado de necesidad (...) me surgió la sospecha de si lo que yo escribía realmente servía o si eran sólo golpes de profesionalismo".

Esa sospecha, la de Héctor Tizón, es la que padecemos los que escribimos a tanto la cuartilla, la misma que nos obliga a leer en voz alta para escuchar la música del texto y entonces comprobar si el oficio o la banalidad nos juegan otra mala pasada.

A ver, a ver, quiero sentir que le saco los armónicos a una línea de texto y que le gano al profesionalismo... a ver si puedo tocar la sintaxis de un verso, acariciar la combinación de sentidos con el aire de pronunciar cada sílaba.

¿De qué sirven las historias sin silueta, sin aliento, ni música ni silencio?

martes, noviembre 14, 2006

el tajo de fontana



"El arte ha muerto. Sólo lo salva el gesto", dijo Lucio Fontana cuando hizo el primer tajo.

El gesto.

Placer de leer en voz alta un texto a cuatro manos de Miró y Hernández, detenerse una y otra vez en la línea que genera la música más hilarante. Leer susurrando en la soledad de Es Baluard, frente al mismo mar que el pintor y el poeta respiraban mientras jugaban con las palabras.

Me estoy poniendo surrealista, out of time.

lunes, noviembre 13, 2006

plano secuencia

Esperábamos el autobús bajo la lluvia, así que nos amontonábamos bajo el techo translúcido, cuando sonó su teléfono. Ella tuvo que sostener el paraguas empapado y la cartera con una mano y con la otra abrir cremalleras y desabrochar botones hasta dar con el móvil. Atendió. Entre el vacío de voces y la alfombra de agua y tráfico, ella dijo con cierto desgano que ya mandaría lo que él pedía (supusimos que hablaría con un contundente “él”, por el tono). Luego, cedió al dolor:

_Tus palabras me recordaron aquellas viejas fórmulas de cortesía que se usaban en las cartas: “Espero que, al recibir la presente, te encuentres bien...” y no pude dejar de llorar, ¿eso es todo lo que ha quedado de mí en ti? _preguntó ella sin preguntar, con tajos de resignación en su voz.

Los asistentes a la espontánea y casi pública confesión no podíamos saber lo que él respondía, pero lo imaginábamos a partir de la réplica.

_Sí, es cierto. Soy una pesada. No debería molestarte con banalidades.... Pero... es que... sep.....nop.... Está bien... que te lo pases genial, chico _ironizó, tratando de que sus visibles lágrimas no se tradujeran en sonidos, ni silencios, ni tos, ni amor.

Mientras subía al autobús pensé en mi amiga guionista, que es una coleccionista de diálogos para sus escenas. Imaginé el ritmo que ella busca para que la narración sea ágil y lo sugerentes que resultan estos diálogos fugaces, abiertos a mil desenlaces. Y allí, justo allí, apareció la más tediosa existencia, sin editar, sin plazos de entrega, avid ni moviolas:
“La vida es un plano secuencia hasta el final”,
¿lo dijo Godard?

domingo, noviembre 05, 2006

la santa rita, el sol, la curtiembre





Todavía hay alguien a quien puedo llamar para preguntar por la galería que se cuela en el sol de San Vicente, en el aire que a veces hiede por el vapor de la curtiembre.

"La Santa Rita está florecida. Tendrías que verla", se entusiasma ella, cuando le cuento por teléfono que he vuelto a soñar con su casa llena de luz.

Eludo narrar con detalles una escena en la que ella está sola, sentada en el hall recién pintado, silente, inmóvil, con la luz de un cuadro de Balthus, el piano tapado con trapos blancos frente a la pared del óvalo que llena un señor con bigotes.

Cada vez que la chiquilla mimada se asusta, vuelve corriendo a Diego de Torres, por Argandoña.

sábado, noviembre 04, 2006

cejas



Ellos miran nuestras cejas. Y nos hablan de las cejas.
Es raro.
Intentan recordar el trazo. Dicen.

Cada pelo cuesta una lágrima.
Lluvia, con estornudos, a veces.
Dibujo que pellizca.

Las cejas silvestres, ésas sí que no duelen.
De niña.
Las envidiadas, endiabladas al cielo, como las de la Venegas, ésas no sé si duelen, pero parece que sirven para armarse de coraje y tirar al flaco en calzoncillos al vacío, desde el globo aerostático.



Grazie Guadi, por prestarme tu ojo de cejas asilvestradas para ilustrar este desvarío de lluvia.

miércoles, noviembre 01, 2006

polisemia

Día de muertos, día de almas, de santos o de fieles difuntos. Te has despertado pero sigues en la cama. Ha venido tu hija de diez años a saltarte encima y, para sacudirte -sabe cómo, de eso no hay dudas-, te ha soltado, entre carcajadas: "Polisémica eres tú tu-ru-rú".
Y tú, que sigues hablándole de "vos", te has sorprendido.

_¿Sabés qué quiere decir polisémica?
_Claro _dice la niña sonriente_ Que tiene dos significados.
_ Dos o más significados _corriges.

Y te quedas pensando en ser múltiple y no tartamudear.