viernes, agosto 25, 2006

drum/agur


furtiva mirada furtiva. drum y papel de liar, en la playa. la playa es siempre la playa. al atardecer, dicta la sintaxis del abandono. ah, maría, veo en mi cabeza la foto que te hice en Lago Puelo, jardinero de jean y pelo hasta la cintura, sonrisa de franciscanas y chevis. un baldazo de ¡jueera, perro!. y otra sonrisa de franciscanas y chevis.

jueves, agosto 24, 2006

conjetura, teorema, sistema

Un "ey" con delay. Un "ey" del 9 de agosto, a la una y pico de la madrugada, encontrado un 23 de agosto, el día de entrega de las medallas del prestigio matemático, cuando ya tu nombre no puede ser pronunciado, Lori.
Leo acerca de una era, la nuestra, más efectista que verdadera. Dicen los que conjeturan que hay más efecto que verdad en lo que nos rodea. El "ey" del delay es un (d)efecto del sistema. Y la conjetura de Poincaré ya se hizo teorema, aunque el matemático Perelman rechace la medalla de este tiempo, por efectista.


Epitafio para una conjetura, ¡salud, G. Perelman!

viernes, agosto 18, 2006

lenguas de maternidad


Viernes, y de agosto. Vejer de la Frontera, Cádiz (y todavía falta distancia). Quizá el mar, quizá el hecho de estar en una casa que no es la propia, cerca de la playa, con arena entre los dientes, quizá porque los gaditanos de provincias son tan distintos y tan iguales a los brasileños de Porto Alegre o de Santa Catarina, de algún sur, de todos los sures, creo que casi seguro que porque elegí una crónica de Clarice Lispector para empezar el día, hoy me he sentido en Brasil. Ella habla del amor pero los dolores del parto, de su sed y de sus riendas para contener su tendencia a lo excesivo, de sus días de "brasileña normal" y de ver fútbol y preguntar con "ignorancia pasional", de sus diálogos y mutua admiración con su compañero de deportes del Jornal de Brasil...Veo mis marcas de maternidad como lenguas de fuego que no se extinguirán, y los miro a ellos, plácidamente dormidos, agradecidamente rebeldes. Y vuelvo a mi Brasil del gozo y del dolor. Al suyo. A mi condición de veraneante de diálogos fugaces con los que aquí viven su rutina de tractor y ropa tendida al sol. Ella me inspira, siempre. Estoy de vacaciones con Tizón, con Pitol y hasta con el Grass de las SS, pero es ella quien siempre se me mete dentro y revuelve. Hoy va de padres e hijos. Hijos que pronto tendrán su propio Brasil. Padres que se quedaron allí, en Río Grande do Sul, para siempre.

sábado, agosto 12, 2006

delgada línea de sombra


Hay un sitio desierto bajo el sol, implacable, sobre el cemento. Madrid inmóvil en agosto. Podría ser Colón y Rivera Indarte en enero, pero es Madrid en agosto.
Eres el único que pone un pie sin sombra para ir hacia el destello y el único que deja arder la cabeza en el semáforo, bajo la delgada línea del poste. Delgada línea fresca.
Y lo peor: esta inmovilidad desesperante te recuerda al único extranjero incauto que pasó aquel agosto en Madrid.

england/ te quiero


En un país en guerra, hay una feria de atracciones que ofrece artificios de cualquier época, cine que se dice del futuro y bufones que bailan con el pinchadiscos más freakie de la comarca. En un país en guerra, donde no hay papeleras en las calles, ni en los parques, ni en las estaciones (por si las bombas), sólo hay bolsas transparentes en los aviones.
En un país en guerra, donde nadie parece oler la guerra, nos amontonamos donde podemos, sudados, para beber una cerveza belga y olvidarnos de la guerra, de nuestra propia guerra, y de sus malditas revanchas.
Quizá el artificio de la feria de atracciones de un país en guerra, quizá la guerra, quizá la tarde, o la trapecista y su tristeza, o la máscara del monstruo de los tentáculos, o todo y la distancia, se te han anudado en la garganta.

jueves, agosto 10, 2006

antebrazo, placer, anillo (sin piedra)


La piedra del anillo se ha zafado y estalla contra el suelo resbaloso, pero mi mano nerviosa da con ella, con lo que queda de ella, esquivando pisotones. El último objeto que nos nombra se desgrana.
Nadie debería confiar en la integridad de un cristal.
Ni de una piedra sobre metal.
papel, tijera, tu mano
Si alguna vez fui linda, fue en aquel amanecer (de Paris).
Ella confiesa.
y yo
fetiche, perfume, perfume fetiche, papel, arroba, tijera

domingo, agosto 06, 2006

amarillo kasbah


Pies en la tierra. En alguna tierra. Sol de agua. Hay un océano fundido en la calle Libertad, pero a la altura del Marrakech de nuestro deseo. Al atardecer, suena música de los Clash. Rock the Kasbah. Y el mar es amarillo.
"Si tenés miedo a sufrir, dormí la siesta, en Córdoba", me dijo ella, desde el oeste de las cosas, desde nuesta compartida distancia del sur de las cosas.
"Si dormir la siesta en Córdoba es tan cómodo, ¿por qué nos alejamos de esa placidez?", insiste, ella, al poniente del océano de oro fundido en la calle Libertad.

sábado, agosto 05, 2006

un día en las hurdes



No hay más respuesta que el arte. A una lágrima impotente, pesada, a una lágrima que suelta el capricho inconsistente, a la paranoia sin cerco, a un paisaje desconocido, a una boina aragonesa.

Aquí, Luis Buñuel en Las Hurdes. Supongo, Lori, que estaría en la pre-producción de "Las Hurdes, Tierra sin pan", con los extras del pobrerío, rondándole, o dándole las gracias, quién sabe. Me recuerda a nuestro Pino (¿nuestro?), filmando la miseria en primerísimo primer plano, para sacudir.

Ayer pasé por Las Hurdes, que ya no son las de los '30, en blanco y negro, blanco y negro de hambre. Hoy lucen su verdor de norte extremeño, con casas blanquísimas de oportunos subsidios europeos, carreteras que podrían ser escandinavas y habitantes plácidos, bajo las pérgolas, con cuarenta a la sombra. Me estremeció aquel lugar, Lori, aquel lugar que remitía a un borroso recuerdo de cineclub, que responde a un nombre ("las hurdes") y un apellido ("buñuel"), y que a vos te zambulle en el placer/dolor de "mujer bajo influencia", por un buen rato, para evocar sus labios entre aquellas montañas y su gesto de dolor/placer, sus comisuras de dolor/¿placer?, por otro buen rato.

martes, agosto 01, 2006

electro-proletariat

Si Vladimir Illich viviera, tocaría una canción con los Pet Shop Boys, durante una noche de verano, en España. Y todos los ángeles estarían allí, cantando a coro "Oh brother", intentando el dulce acento brit de Neil Tennant. Los chicos europeos lo saben, y por eso aplauden con palmas dolientes las palabras de Lenin sobre la única legitimidad posible para una guerra, la de los trabajadores oprimidos del mundo. Por eso, y porque saben que todavía les queda alguna voz para oponerse a la miseria que están imponiendo los verdugos, en los márgenes de la vieja Europa. También los Pet Shop decidieron alzar su música en contra de las decisiones de su gobierno en territorio ajeno cuando aceptaron el encargo de componer otra banda sonora para "El acorazado Potemkin". La película de Sergei Eisenstein narra las revueltas proletarias de 1905, en Rusia, con imágenes potentísimas, imborrables, y los electrónicos chicos de la tienda de mascotas, echando mano de las cuerdas la Sinfónica de Dresden, te ponen a danzar, a ti y a mí, mientras ellos apoyan la revolución... dulcemente.